Esta semana os voy a hablar sobre
una cosa que parece insignificante, pero que en realidad es muy importante en
nuestras vidas. LA PALABRA.
Nuestras palabras actúan como un
signo de nuestra identidad, a través de las palabras de una persona se puede
saber cómo es esta. Por ejemplo, un niño pequeño, si sabe hablar, no utiliza el
mismo vocabulario que un adulto. Y por poner otro ejemplo, una persona con una
voz suave y pausada suele ser asociada a una persona sensible pero si la voz es
bronca la persona suele tener una personalidad fuerte, dominante.
Tener el don de la palabra es un
privilegio. Las palabras las utilizamos normalmente para comunicarnos con los
demás, pero muchas veces las empleamos para convencer a alguien de algo. Por
ejemplo, las voces que realizan los anuncios no son escogidas al azar si no que
se busca una voz firme, segura y con ese punto especial que hace que nos
decantemos por el producto anunciado.
Las palabras son un arma de doble
filo. En situaciones extremas tenemos facilidad para decir cosas que no
queremos y se malinterpretan nuestras verdaderas intenciones. Estos momentos
pueden costarnos una discusión y, en su efecto, la pérdida del afecto de un ser
querido/amigo. En cambio, al igual que pueden provocar conflictos también
pueden deshacerlos. Si a la hora de disculparte utilizas unas palabras que
aporten confianza y amabilidad a la segunda persona tendrás más posibilidades
de triunfar.
En resumen, las palabras son muy
importantes para el desarrollo de nuestra vida. Nos permiten comunicarnos,
expresar nuestros sentimientos, convencer a otras personas, hacer amigos, etc.
Aunque también son capaces de provocar conflictos en nuestras vidas, por eso
hay que saber controlarlas.
“Las palabras son como monedas,
que una vale por muchas como muchas no valen por una”
Francisco de Quevedo
“Muchas veces las palabras que
tendríamos que haber dicho no se presentan ante nuestro espíritu hasta que ya
es demasiado tarde”
André Gide
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